martes, 29 de junio de 2010

Jugando de local... EL EFECTO MUNDIAL EN EL ÁNIMO DE LOS ARGENTINOS

Según sociólogos y psicólogos, durante el torneo mejora el humor y aumenta el sentimiento nacional, cómo cambian las prioridades

Un estruendo cuya duración oscila entre los 30 segundos y el minuto y medio. Un coro desafinado, pero nunca tan extendido ni fuerte. Gol de Argentina. Un momento que, esperamos, se repita reiteradas veces en Sudáfrica 2010. Porque si el fútbol es pasión de multitudes, el Mundial parece una cuestión nacional y, a medida que se acerca el debut, crece una expectativa generalizada. En el país, su capacidad de convocatoria es enorme y según sociólogos y psicólogos, más allá de los resultados, el hecho de seguir a la selección tiene un gran impacto positivo en el humor social.

“Se genera un efecto por el cual once varones interpelan a todo el país y hay una idea de que eso soy yo, que si ellos ganan, gano yo", dice José Garriga, sociólogo y docente en la UBA. "Se produce un mecanismo de identificación que hace que sintamos el triunfo o la derrota de los jugadores como algo personal, porque los jugadores representan algo de cada uno de nosotros", explica el psicólogo y autor de "Deportes al diván", Ricardo Rubinstein.

La normalidad de la vida de los argentinos parece paralizada de manera casi obligada por este recreo de la cotidianeidad que trae la Copa del Mundo. El cierre de los gimnasios, la suspensión de cursos y la postergación de exámenes y trámites, son sólo algunas de las actividades que ya comenzaron a reprogramarse por los partidos de la Argentina.

Eduardo Fidanza, director de la consultora Poliarquía indica: "Cada cuatro años se advierte una distensión para relajarse de las normas férreas del trabajo y de las responsabilidades. Hay como un permiso tácito donde cambian las prioridades". La psicóloga social Ana Quiroga señala que "se da un fenómeno de contagio que hace que el desinteresado sea visto como aislado socialmente".

Por otro lado, se advierte un despertar del sentimiento nacional. Fidanza explica el fenómeno: "El sentimiento nacional, que es algo universal, se reactiva con el Mundial. Se provoca un psicodrama similar al que ocurre durante una guerra, o cuando el país gana un premio en el exterior. Es un momento en que se desata ese nacionalismo latente y se borran los sentimientos contradictorios con el país".


Además, los psicólogos coinciden en que el clima del mundial puede tener una efectiva función de desahogo. "Aliviamos la angustia momentáneamente mientras miramos el partido y nos olvidamos de las miserias externas y de los dramas internos", dice Rubinstain. "Se genera un efecto contagio que mejora el estado de ánimo general", describe Quiroga.

En definitiva, resulta casi imposible no quedar atrapado por ese efecto hipnótico que tiene el Mundial. "Cualquiera de nosotros solo en su casa mirando un partido uno puede gritar los goles, pero si uno lo comparte la euforia se realimenta y dura mucho más. Todo en el entorno esta de festejo y pone a la gente de mejor humor", explica el sociólogo y consultor Manuel Mora y Araujo.

¿Qué sucede cuando ya no quedan más partidos? Los especialistas coinciden en que se tiene cierta sensación de vacío, pero que rápidamente la vida vuelve a la normalidad. "Son identificaciones pasajeras que duran lo que dura el Mundial. Después se vuelve a la cotidianeidad porque es una ficción. El lunes posterior seguimos trabajando", dice Mora y Araujo.

En ese punto, el desempeño de los jugadores sí parece determinar los ánimos. "El desenlace puede trocarse en resentimiento. Si la gente interpreta que no se puso todo, esa pasión se convierte en bronca, si se entiende que se lucho con dignidad, se acompaña en la derrota", indica Fidanza.

"No cambia la estructura social, aunque una victoria sí nos puede marcar nuestras trayectorias personales", describe Garriga. "Más allá del análisis, si la Argentina gana la Copa, voy a llorar como una nena", admite.





jueves, 3 de junio de 2010

Reflexiones del mate

Me llegó este texto sobre el mate y me gustó mucho por lo que quise compartirlo con ustedes... ¡Espero que lo disfruten!!!

De Lalo Mir en el programa "Lalo Bla Bla"
Radio Mitre

El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre, como rascarse.
El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.
Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es ¨hola¨ y la segunda "¿unos mates?".
Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres. Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros. Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan.
Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara.
Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar. En verano y en invierno.
Es lo único en lo que nos parecemos los buenos y los malos.
La gente pregunta, cuando no hay confianza: "¿Dulce o amargo?". El otro responde: "Como tomes vos".
Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba. La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas.
Siempre. Con inflación, con hambre, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie.
Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solos. Pero debe haber sido un día importante para cada uno. Por adentro hay revoluciones.
El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores...
Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena. La charla, no el mate.
Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablás mientras el otro toma y viceversa.
Es la sinceridad para decir: "¡Basta, cambiá la yerba!". Es el compañerismo hecho momento.Es la sensibilidad al agua hirviendo. Es el cariño para preguntar, estúpidamente, "¿está caliente, no?".Es la modestia de quien ceba el mejor mate.
Es la generosidad de dar hasta el final. Es la hospitalidad de la invitación. Es la justicia de uno por uno. Es la obligación de decir "gracias¨, al menos una vez al día.
Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir.
Ahora vos sabés: un mate no es sólo un mate...